domingo, 18 de enero de 2009

Viaje (IV)


Publicado el original el 13-1-2007

No pude, pese a la situación, contener mi imaginación que veía a María a través de la pared dejando caer el agua por su desnudo cuerpo y sus manos acariciar esa piel… deseé que fuesen mis manos…

Volví a reaccionar y aligeré el baño, reincorporándome rápidamente y tras acicalarme lo justo, me dirigí a la cafetería, donde me espera Julia con algunos platos de entrantes… Había hecho la comida, y fue en ese momento en que me di cuenta de que tenía hambre. Instintivamente miré el reloj y ya pasaban de las 4 de la tarde, y fuera, seguía nevando con intensidad.

Comenzamos a hablar sobre lo que le podía haber pasado a María, y Julia aseguraba que no había tenido suerte, pues esa carretera no está demasiado transitada y mucho menos en invierno, ya que la mayoría de la gente prefiere irse por la general que aunque se hacen más kilómetros, es mucho más cómoda, pero claro, siempre hay pequeños pueblos como aquél que quedan, cada vez más, olvidados en los mapas…

En esa conversación estábamos cuando llegó María. Llevaba un albornoz claro y pidió disculpas por que no tenía otra ropa. Era evidente que tras el accidente, sus ropas habían quedado sucias y no tenía otras, así que Julia dijo que no se preocupara y que ella las lavaría esa noche. Preguntó si se encontraba mejor a lo que María, con una sonrisa de agradecimiento, contestó que mucho mejor. Julia, a modo de broma comentó que le quedaba muy bien el albornoz pero que esperaba que no llegasen más clientes ya que les iba a resultar extraño y creo que todos sonreímos de verdad por primera vez.

La comida fue agradable y aunque sencilla, abundante. María comía con timidez pero con buen apetito y yo hacía lo mismo pero sin timidez. Julia estaba más atenta a servir que a comer aunque le habíamos rogado que lo hiciese con nosotros, pero ella decía que su trabajo era la cocina y no lo podía abandonar por que no habíamos dejado de ser clientes. Después de la comida, nos tomamos el consabido café y una copa de licor para mantener el calor que poco a poco, con la caída del sol, iba alejándose.

No eran las 6 cuando Julia nos sugirió que nos retirásemos, ya que iba a terminar de recoger y cerraría el bar, puesto que ya no vendrían más clientes. No dije nada, por que supuse que ella conocería su trabajo así que decidimos irnos a nuestras habitaciones para descansar, pero la conversación que mantenía con María, una conversación de esas que no conducen a ninguna parte, me permitía contemplar sus ojos que estaban encendidos de vida…

Como era pronto, volví a recordarle que podía llamar a alguien o si que si necesitaba algo antes de retirarse y ella me dijo que le gustaría seguir hablando un poco a ver si conseguía recordar algo y me preguntó que había pasado en el accidente.

Le contesté lo que sabía y entonces ella, me miró de forma intensa y se acercó hasta mí para besarme, si bien con poco entusiasmo, de una forma tremendamente dulce, a lo que yo respondí de inmediato y entonces su beso se llenó de pasión y de fuerza… No sé como pasó aquello, pero mis manos se movían casi por actos reflejos y comenzaron a buscar su piel bajo el albornoz, y las suyas me apretaban como temerosas de que abandonase aquella misión…

Fui descubriendo al tacto su cuerpo al que no había colocado ningún obstáculo bajo el albornoz y que a su vez, iba desplazando poco a poco fuera de su cuerpo, mientras mi boca abandonó la suya para saborear aquella piel limpia y fresca.

Poco después, ambos quedamos desnudos y el deseo me desbordaba… entre besos, abrazos y caricias llegamos a la cama donde apenas pude posarme antes de sentirme dentro de ella… Nunca había sentido tanta pasión ni deseo en una mujer y sinceramente, creí estar en el paraíso cuando comenzó a moverse con un ritmo metódico y dulce… disfruté una, dos, tres… no recuerdo cuantas veces mientras ella era quien dominaba la situación, quien mandaba en nosotros… yo, sin darme cuenta, simplemente era su instrumento, y ella, sin mencionar palabra, maniobraba de tal manera que todo lo que tenía experimentado hasta aquél momento, no había sido si no algo anecdótico…

No sabría decir cuanto tiempo pasó, pero hubo un momento en que María se acurrucó a mi lado y mirándome con esos ojos brillantes, que parecían encenderse aún de deseo, me sonrió y me dio un beso mientras yo, exhausto, comenzaba a quedarme dormido…

mandarina azul
2007-01-14 00:42
Y yo pensando al principio de la historia que era la Virgen María, pobrecita de mí... jaja.

:)

2007-01-13 22:27
Ahora sí te duermes, eh pillin...jeje
Un besote.

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