domingo, 18 de enero de 2009

Viaje (III)


Publicado el original el 12-1-2007

Por fin, María parecía que volvía a la realidad y salía de su shock. Bebió sin ninguna gana al principio pero poco a poco comenzó a ha hacerlo con mayor rapidez, hasta que terminó bebiendo con avidez. La mujer del hotel sonreía al tiempo que como yo, intentaba tranquilizarla. María, por su parte, seguía acurrucada bajo las mantas mientras nos miraba alternativamente como quien se despierta sin saber donde está.

Ambos le preguntamos a dúo si se encontraba mejor y ella asintió más con miedo que con timidez. Otra infusión la sentaría bien según la dueña, y allá que fue a preparar otra en la barra mientras yo me quedé a su lado sin saber muy bien que hacer ni que decir. Lo cierto es que me sentía un poco inútil así que tan sólo hice lo que pensé que me gustaría que me hiciesen a mí, no dejarme solo.

Pregunté si le dolía algo y por fin parece que María llegó a la realidad, mientras me contestaba que le dolía todo el cuerpo pero sonreía y por un momento detuvo su sonrisa y me dio las gracias. No pude si no quitarle importancia y decir que ella hubiese hecho lo mismo por mí. Pregunté si quería que avisásemos a alguien mientras llegaba el médico, y justo en ese momento llegó la segunda infusión que agradeció más aún que la primera, sujetándola con las manos más para sentir el calor que por la necesidad de tomar algo caliente.

La dueña del hotel me aconsejó que me diese prisa si quería irme, pues la nieve estaba cuajando y dado que era una carretera secundaria, sería muy fácil que se bloqueara el puerto. Me asomé instintivamente y efectivamente, el día no pintaba bien. Llamé a casa a ver como iba todo y sin saber muy bien por qué, dije que el puerto estaba cerrado y que pasaría allí la noche. Luego hablamos sobre el viaje, y las cosas triviales que hacen de relleno del tiempo pero no me atreví a decirle nada de María. Se lo contaría cuando llegase a casa. Miré a la dueña que no dejaba de moverse constantemente con una energía adolescente y le pregunté su nombre. “Julia”, me contestó.

Me senté al lado de María y por enésima vez le pregunté como estaba, a lo que ella ya respondió con un tímido “bien” reiterando las gracias. Es entonces cuando me fije en sus ojos que hasta ese momento estaban perdidos. De repente se habían convertido en unos ojos vivos, de color miel oscuro, en una mirada un poco triste, pero tremendamente intensa. Pregunté de donde venía, hacia donde iba, que había pasado… Ella apenas recordaba nada. Ignoraba de igual manera, que podía hacer en ese pueblo, pues su último recuerdo era de su trabajo. Salió del trabajo en la ciudad, que distaba a algo más de 140 Kms. y ahora se encontraba en el hotel conmigo y la dueña… No recordaba nada y supuse que sería debido al golpe.

Justo en ese momento, entró un señor mayor orondo y con cara de frío que rápidamente se dirigió a nosotros presentándose como el médico. Hizo a María una serie de preguntas tópicas en cuanto a su nombre, edad, etc. Pero ella dudaba en la respuesta. Luego la auscultó, le tomo el pulso, la tensión, revisó sus ojos, reflejos, etc. y al poco confirmó que no tenía lesiones aparentes, salvo esas pequeñas magulladuras propias del golpe. No obstante debía hacerse pruebas en la ciudad en cuanto pudiese, aunque no creía que fuese grave lo de la amnesia. Nos dijo que en uno o dos días seguro que habría desaparecido, pero que sin falta debía hacerse un control en el hospital, pues allí no tenía medios para eso.

Algo más tranquilos, y a tenor de la insistente nevada, pregunté a Julia si podíamos quedarnos allí esa noche, hasta ver si mejoraba el tiempo y ella me dijo que no había problema, pero que mi habitación la pagaba yo, y ella invitaba a María.

Al poco María, mucho más recuperada, subió, acompañada de Julia a la habitación para tomar un baño mientras que esta última bajó rápidamente para preparar la cena, mientras decía que iban a cerrar el establecimiento ya por fin de la temporada y que apenas tenía nada, pero seguro que nos arreglaríamos.

Mientras, me aconsejó que también me diese una ducha y me relajase, y cierto es que me hacía falta…

Llegué a la habitación y entre el ligero equipaje busqué algo de ropa limpia que ponerme mientras el baño se iba llenando de agua caliente. Al poco pude dejar que mi piel se sumergiese en el agua, gesto que agradeció con creces ya que el ambiente se había tornado muy frío y los nervios habían tensado mis músculos… me quedé allí no recuerdo cuanto tiempo y casi estaba a punto de quedarme dormido cuando escuche un canto… un canto que provenía de la habitación de al lado… María estaba cantando en el baño… sin remediarlo, me vino a la memoria el recuerdo de sus ojos de miel y una excitación recorrió todo mi cuerpo hasta ocasionarme un primitivo deseo…

2007-05-12 18:31
Very cool

sofia
2007-01-13 17:43
(me rio pa'dentro)
Lo del médico orondo y primitivo deseo...me gustó, dio vidilla a la historia...espero el final.... o esto es como lo que el viento se llevo, diez mil horas?... cuidado con el escalón al salir de esa espectacular bañera

mandarina azul
2007-01-13 03:21
Huy, pues entonces no va a ser la Virgen María, porque nos ha salido cantora. ¿Será Mariah Carey, Maria Callas, María Jiménez...?

Disculpa las bromas búho, y ahora en serio, esto se pone muy emocionante... :)

(sofia, que te veo, no te rías, no te rías...)

2007-01-12 20:31
Vaya, con el tiempecito frio y los bañitos calientes...
Ahora vas y te quedas dormido...buahhh :-(

¿No nos dejarás todo el fin de semana sin saberlo,verdad?
Que disfrutes,Buho... ;-)

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