Publicado el original el 18-11-2006
El otoño es como el ocaso del año.
La vegetación se despoja de sus vestiduras y muestra su desnudez sin pudor ni vergüenza, año tras año, a las miradas indiscretas que ya, por acostumbradas, no juzgan su acción.
El suelo se alfombra con hojas que sirven de sustento para el próximo año y cambia el tono verde y pardo del verano, por otro más acorde con el descanso apareciendo ocres y rojizos, a los que nosotros, pobres mortales, solemos acompañar perdiendo la luminosidad de las prendas que se llevaron otrora.
La lluvia, el viento y la niebla, pululan por calles y prados, invitando a todos al cálido refugio de la casa, donde siempre nos debería ser grato encontrar a quienes comparten, tal vez, la parte más importante de nuestras vidas, y donde una gran mayoría, habrá soñado con encontrarse un fuego bien alimentando para resarcirse de un largo y cansado día.
La ciudad se llena de brillantes espectáculos con los pavimentos limpios que sirven de improvisados espejos para las luces de farolas, escaparates y luces de coches que ajenos a todos, siguen su metódico camino.
El día se acorta y la noche se prolonga para que podamos disfrutar más del plácido descanso mientras nos acurrucamos entre las tibias sábanas y acogedoras mantas.
Desaparecen las prisas y volvemos a embutirnos en una cierta calma… miramos a través de la ventana al cielo y nos quedamos contemplando como todo va cambiando lentamente, como todo busca su descanso tras un extenuante verano.
Al igual que la propia vida, el tiempo parece querer retirarse a descansar, para dormir en invierno, despertar en primavera y vivir intensamente en el verano…
Otoño, que recoge el tiempo y enmaraña los paisajes y los colores, que confunde tristezas y melancolías con deseos y frustraciones, que invita a poetas y a vividores a despertar de su pereza y obliga a solitarios y meditabundos a convertirse en ermitaños, anacoretas, intentando averiguar razón de su existencia…
Otoño, que regala insolentemente frío y nos roba el tiempo de vida, pero que a su vez nos otorga intimidad y calma, que conforta con descanso y alivia con su recogimiento…
Disfruta del otoño, por que pese a todo, sigue estando vivo… y te hace seguir viviendo
Murasaki @ cosasmias.jubiiblog.com.es
2006-11-21 14:40
Y la Naturaleza se toma un respiro, unas vacaciones, para volver en primavera.
Lo confieso, el otoño me encanta.
Un saludo
Isabel @ kokoro.jubiiblog.com.es
2006-11-19 23:06
Hermosa reflexión...
Es la estación de año que más me gusta...;aunque intento sentirme viva en todas,ésta me facilita el placer de la meditación,del encuentro con uno mismo..
Es cuando la naturaleza se relaja para tomar fuerzas y salir renovada más adelante;y a mi me gusta aprender de la naturaleza...
Buena semana,saludos.
Gracias por tu comentario...
domingo, 18 de enero de 2009
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